La Casa Blanca usa el asesinato de Kirk para lanzar ofensiva contra grupos liberales

El presidente Donald Trump y sus principales asesores amenazaron el lunes con desatar el poder del gobierno federal para castigar lo que alegaron que era una red de izquierda que financia e incita a la violencia, aprovechando el tema del asesinato para hacer afirmaciones generalizadas sin fundamento sobre sus oponentes políticos.

Los investigadores seguían trabajando para identificar los motivos del asesinato de Kirk, pero el gobernador republicano de Utah, Spencer Cox, ha dicho que el sospechoso tenía una “ideología política de izquierda” y que actuó solo.

Pero Trump y sus principales aliados sugirieron que formaba parte de un movimiento coordinado que fomentaba la violencia contra los conservadores, sin presentar pruebas de que tal red existiera. Estados Unidos ha sido testigo de una oleada de violencia en todo el espectro político, dirigida contra demócratas y republicanos.

Trump, que ha restado importancia a la violencia de los partidarios de la derecha o de otros grupos simpatizantes, dijo que le gustaría designar como terroristas nacionales a una serie de grupos, incluido el grupo de activistas antifascistas de extrema izquierda, conocido como “antifa”, y presentar demandas por asociación ilícita contra las personas que financian las protestas.

“Tenemos algunos grupos bastante radicales y se han salido con la suya”, dijo Trump, sin nombrar a otros grupos. Añadió que estaba hablando con la fiscal general, Pam Bondi, sobre la posibilidad de presentar cargos en virtud de la Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Extorsión (RICO, por su sigla en inglés) contra “algunas de las personas sobre las que has estado leyendo que han estado aportando millones y millones de dólares para la agitación”.

No especificó de quién o de qué hablaba.

El lunes por la noche no estaba claro cómo se desarrollarían estos planes, ni cómo podría la Casa Blanca formalizar legalmente un esfuerzo de este tipo sin coartar los derechos de la Primera Enmienda. Los demócratas han advertido que la Casa Blanca de Trump podría estar utilizando el asesinato de Kirk como pretexto para perseguir la disidencia política, no solo la incitación al odio o la violencia.

“Presta atención. Puede que se avecine algo oscuro”, escribió el domingo en las redes sociales el senador Chris Murphy, por Connecticut. “El asesinato de Charlie Kirk podría haber unido a los estadounidenses para hacer frente a la violencia política. En lugar de eso, Trump y sus radicales antidemocráticos parecen estar preparando una campaña para destruir la disidencia”.

El representante Greg Casar, demócrata por Texas, dijo el lunes que, si bien el asesinato de Kirk era “atroz”, también lo eran los asesinatos de Melissa Hortman, legisladora estatal demócrata de Minnesota, y de su marido, quienes figuraban en una lista de objetivos de decenas de figuras de la izquierda; el asalto a martillazos al esposo de la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi; y el ataque del 6 de enero de 2021 contra el Capitolio, por parte de una turba pro-Trump.

“No se le puede permitir que utilice el horrible asesinato de Charlie Kirk como pretexto para perseguir a la oposición política pacífica”, dijo Casar en una declaración.

Dos altos funcionarios del gobierno que hablaron de manera anónima para describir la planificación interna dijeron que los secretarios del gabinete y los jefes de los departamentos federales estaban trabajando para identificar a las organizaciones que financiaban o apoyaban la violencia contra los conservadores.

Afirmaron que el objetivo era clasificar como terrorismo interno la actividad de la izquierda que, según ellos, derivara en violencia, una continuación de los esfuerzos de las agencias federales por castigar a los grupos liberales a los que acusan de financiar o apoyar de otro modo las protestas violentas. Una de las tácticas ha consistido en atacar la exención fiscal de las organizaciones sin fines de lucro que critican a Trump o a los conservadores.

Un funcionario dijo que las autoridades investigarían a quienes estuvieran detrás de la reciente quema de Teslas en una aparente protesta contra Elon Musk y de las agresiones contra agentes de inmigración, y que intentarían establecer vínculos entre esos episodios y los grupos liberales organizados.

Otros funcionarios, desde el vicepresidente JD Vance en adelante, dejaron claro el lunes que creían que la violencia política era un problema liberal y no conservador. Utilizaron el pódcast de Kirk, con Vance como presentador invitado, para anunciar que tomarían medidas enérgicas contra lo que denominaron organizaciones no gubernamentales de izquierda, y que utilizarían todos los mecanismos disponibles del gobierno federal para hacerlo.

“Con Dios como testigo, vamos a utilizar todos los recursos que tenemos en el Departamento de Justicia, Seguridad Nacional y en todo este gobierno para identificar, desbaratar, eliminar y destruir esta red y hacer que Estados Unidos vuelva a ser seguro para el pueblo estadounidense”, dijo Stephen Miller, el principal asesor político del presidente.

Desde su despacho en la Casa Blanca, Vance invitó a otros altos cargos del gobierno a elogiar a Kirk y a fustigar a la “extrema izquierda”. El programa se emitió en las pantallas de televisión de la sala de reuniones de la Casa Blanca y en varios despachos del ala oeste.

Y aunque reconoció que “nuestro lado del pasillo tiene ciertamente sus locos”, Vance culpó de la mayor parte de la violencia política a los “orgullosos miembros de la extrema izquierda”.

“Podemos dar gracias a Dios de que la mayoría de los demócratas no compartan estas actitudes, y así lo hago, aunque reconozco que algo ha ido muy mal con una franja lunática, una minoría, pero una minoría creciente y poderosa de la extrema izquierda”, dijo.

Vance dijo que el gobierno no perseguiría “la expresión protegida por la Constitución”, sino lo que describió como una red de organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro que “fomenta, facilita y participa en la violencia”.

Tras el asesinato de Kirk, Trump culpó inmediatamente a la “izquierda radical” de gran parte de la violencia política de Estados Unidos, y pareció excusar la violencia de la derecha diciendo que estaba impulsada por personas que “no quieren ver delitos”.

El mandatario también prometió investigar quién financiaba y organizaba a la izquierda, sugiriendo que la violencia estaba coordinada de algún modo. En los últimos días, Trump ha renovado sus llamados para que los fiscales presenten cargos por asociación ilícita contra George Soros, uno de los mayores donantes del Partido Demócrata. Trump y sus aliados llevan mucho tiempo afirmando, sin pruebas, que Soros fomenta las protestas violentas. (Un portavoz de la organización de Soros, Open Society Foundations, negó las acusaciones y calificó las amenazas de “indignantes”).

Trump ya ha tomado medidas para movilizar a las fuerzas del orden federales contra sus enemigos políticos percibidos. En su primer mandato, el gobierno de Trump destinó recursos para atacar a la “izquierda radical”, a pesar de que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley advirtieron de la amenaza del extremismo de derecha.

Aunque el gobierno ha llamado la atención sobre los recientes ataques violentos dirigidos contra republicanos o perpetrados por quienes han mostrado una ideología política de izquierda, los funcionarios de seguridad nacional han dicho que la violencia política es, en general, un problema en Estados Unidos.

En 2025, una evaluación de las amenazas, emitida por el Departamento de Seguridad Nacional, dijo que los extremistas estaban “motivados por diversas ideologías”, incluida “una combinación de agravios raciales, religiosos, de género o antigubernamentales; teorías conspirativas y factores personalizados”.

Juliette Kayyem, ex secretaria adjunta de Seguridad Nacional en el gobierno de Barack Obama, dijo que tales actos violentos iban más allá de la afiliación política a cualquier partido.

“Estos tipos no tienen afiliación”, dijo Kayyem. “Son, ya sabes, una combinación de distopía, ironía y violencia”.

Casi inmediatamente después del tiroteo contra Kirk, varios legisladores republicanos empezaron a pedir que se actuara contra la izquierda.

La representante por Georgia, Marjorie Taylor Greene, quien antes de ser elegida para el cargo había sugerido repetidamente su apoyo a la ejecución de altos cargos políticos demócratas, dijo el lunes en las redes sociales que “millones de personas de la izquierda celebraron y dejaron claro que nos quieren a todos muertos” tras la muerte de Kirk. Pidiendo un “divorcio nacional pacífico”, añadió que Estados Unidos “ya no era seguro para ninguno de nosotros”.

El representante por Wisconsin, Derrick Van Orden, que culpó a los medios de comunicación y a los demócratas del asesinato de Kirk incluso antes de que se hubiera identificado a un sospechoso, ha convertido su cuenta X en un tablón de anuncios de denuncias de ciudadanos particulares que han criticado las declaraciones de Kirk o que parecen celebrar su muerte. Ha compartido mensajes que pedían el despido de profesores, de un piloto de avión y de un asistente jurídico.

Y la republicana Nancy Mace, representante por Carolina del Sur que se ha movido más hacia la derecha durante su estancia en Washington, presionó al Departamento de Educación en una carta el viernes para que retuviera la financiación federal a cualquier escuela que no “tomara medidas administrativas inmediatas” contra los empleados que hubieran celebrado la muerte de Kirk o la hubieran ridiculizado.

En su carta, Mace —que actualmente está postulada a unas disputadas primarias para la gobernación de Carolina del Sur— denunciaba el aumento de la violencia política en el país, pero citaba solo ejemplos en los que figuras republicanas eran el blanco.

“No financiamos el odio”, dijo Mace en una publicación en las redes sociales el lunes en la que compartía su carta. “Lo despedimos”.

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