Cadena de supermercados instala una controvertida tecnología para intentar reducir los robos

Cuando los clientes cruzan las puertas de un supermercado Sainsbury’s en Reino Unido, lo último que imaginan es que sus rostros están siendo analizados por un sistema de reconocimiento facial. Sin embargo, así es. Se trata de un proyecto piloto que ha provocado un intenso debate público y que pretende frenar la oleada de robos que azota el sector minorista. Sin embargo, para asociaciones y expertos en privacidad, la instalación y puesta en marcha de estos sistemas es una iniciativa “escalofriante” que les recuerda a un futuro distópico orwelliano.

Aumento de los hurtos y respuesta tecnológica

Durante el último año, las cifras de hurtos en comercios de Inglaterra y Gales alcanzaron los 530.643 delitos, según confirmó la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) citada por el medio The Independent. Este incremento del 20% respecto al año anterior supone la mayor cifra registrada desde 2002, lo que plantea un grave reto para las grandes cadenas.

“El sector minorista está en una encrucijada, enfrentando un aumento de la violencia y el comportamiento antisocial, por lo que debemos priorizar la seguridad”, explicó Simon Roberts, director ejecutivo de Sainsbury’s. El directivo ha justificado así la implantación de la tecnología de reconocimiento facial como una medida indispensable para proteger tanto a empleados como a clientes, subrayando que la herramienta solo busca identificar “a delincuentes graves que han cometido actos de violencia, agresión o robo”. En palabras del propio Roberts, el sistema no se utilizará para “vigilar a los empleados ni a los clientes habituales”.

El proyecto piloto se ha llevado a cabo en dos establecimientos de Londres y Bath durante ocho semanas, en colaboración con la empresa tecnológica Facewatch. El sistema está diseñado para generar alertas automáticas basadas en comportamientos delictivos reportados internamente o por otras tiendas que utilicen la misma plataforma.

La reacción entre las organizaciones que defienden el derecho a la privacidad no se ha hecho esperar. La asociación Big Brother Watch, una de las más activas contra el reconocimiento facial en espacios públicos, ha calificado la iniciativa de Sainsbury’s como “profundamente desproporcionada y escalofriante”.

Madeleine Stone, responsable de relaciones institucionales del grupo, alertó en declaraciones recogidas por The Independent: “La decisión de Sainsbury’s de probar tecnología de reconocimiento facial orwelliana en sus tiendas es profundamente desproporcionada y escalofriante. Sainsbury’s debería abandonar esta prueba y el gobierno debe actuar con urgencia para frenar la expansión sin control de esta tecnología invasiva”.

El método, aunque avalado por parte del sector ante la explosión delictiva, ya genera controversia en otras cadenas como Sports Direct y Costcutter, que han experimentado reacciones similares por el uso extensivo del reconocimiento facial para combatir a los ladrones. Incluso algunos parlamentarios han mostrado reticencias a que este tipo de sistemas se generalicen en puntos de venta minoristas.

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