Los primeros indicios de una transformación en el transporte escolar estadounidense surgieron hace una década en California, cuando tres distritos escolares adoptaron autobuses escolares eléctricos, ofreciendo a los estudiantes un viaje menos ruidoso y contaminante en comparación con los tradicionales autobuses diésel.
Sin embargo, a pesar de la disponibilidad de la tecnología durante años, el cambio ha sido lento y para finales de 2023, menos del uno por ciento de los 489,000 autobuses escolares en EE. UU. eran eléctricos, lo que refleja la resistencia a la transición hacia una flota más limpia.
El panorama está experimentando cambios significativos, ya que el número de autobuses escolares eléctricos se ha más que triplicado en los últimos dos años, con un aumento de diez veces en el número de estudiantes que viajan en estos vehículos, según la Iniciativa de Autobuses Escolares Eléctricos del Instituto de Recursos Mundiales.
Además, el crecimiento en la legislación y objetivos estatales para la adopción de autobuses eléctricos muestra un compromiso creciente con la sostenibilidad en el transporte escolar.
A pesar de estos avances, persisten desafíos significativos. El alto costo inicial sigue siendo una barrera importante, ya que los autobuses eléctricos pueden ser entre dos y tres veces más caros que sus contrapartes diésel, aunque los fondos federales y los esfuerzos de defensores han comenzado a abordar esta preocupación.
Además, problemas como el mantenimiento, la infraestructura de carga y la resistencia de algunos distritos a adoptar la nueva tecnología plantean desafíos adicionales. Sin embargo, el impulso hacia una flota escolar más limpia y segura continúa, con padres, defensores y organizaciones comprometidos en superar estos obstáculos para lograr un futuro más sostenible para el transporte escolar en Estados Unidos.
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